lunes, 31 de octubre de 2011

A 5 minutos de leer a Juan Rulfo.

La Búsqueda de lo esencial, lo puro, lo absolutamente existencial ha acorralado al hombre contra infinidad de ideologías y actividades de carácter intelectual/espiritual. Las mas importantes columnas ideológicas metafísicas/metafóricas tienen como último fin la armonía y la paz elemental de la naturaleza humana. El control del ritmo y el flujo emocional contenido en el vínculo social, expone una capacidad de autodisciplina y adaptabilidad del ser humano.

Las artes de la palabra  oral/escrita y las manifestaciones poéticas muestran el mundo en una temporalidad congelada, pausada.La interpretación del momento en conflicto y su metamorfosis en letras es un talento que debemos incubar desde nuestra etapa embrionaria. Las analogías propias, intransferibles y casi originales proporcionan un enlace metafórico que permite la asimilación de la realidad. La poesía, la música lirica, la narrativa y el ensayo filosófico demuestran la potencialidad  que existe en el ser humano para observar/interpretar la manifestación momentánea/segmentaría de una de las primeras construcciones humanas, la segmentación del tiempo.

La prolongación de la contemplación y su devenir metafórico queda condicionado a la ambición humana, ya sea material, intelectual o emocional; interpretando la realidad social bajo la luz de nuestras necesidades endémicas de socialización y reproducción. El mundo que creamos a nuestra imagen y semejanza se nos revela como el hijo bastardo que concebimos sin meditar.

El ritmo social impuesto surge de las cenizas de nuestra naturaleza muerta, nuestra capacidad de adaptación de complejiza. Nuestro proceso evolutivo no da explicación por si misma y cambia sin razón ni motivos.Pero ¿Dónde están los profetas de la palabra, los mesías prometidos en las escrituras humanas milenarias? ¿Dónde están los personajes que preservan el talento y la capacidad de observar?

Lamentablemente encerrados en las grutas de la Torre de Babel.

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