Es 12 de Octubre y la ciudad de Guadalajara -invasora fúnebre del Valle de Atemajac- se viste de una túnica efímera e hipócrita de "amistad entre los pueblos de América" cuando los problemas de estado van mas allá de una epidemia mediática y de infraestructura vial; cuando pueblos enteros son borrados de los mapas jaliscienses para satisfacer las necesidades energéticas de empresas extranjeras; cuando un gobierno desterrado cierra un periodo critico flotando en el limbo político entregando el estado a depredadores milenarios. Es difícil dejar de pensar en la eterno conflicto institucional de la educación y el estado. No se puede olvidar el casicazgo de la administración en la Universidad del Pueblo y como solo es una vil plataforma de lanzamiento de nombres y apellidos.
Es difícil creer en la fortaleza del estado cuando la riqueza cultural y artística de la ciudad es mutilada por la inseguridad y por complejos de Shoping de altura. La extensa región que delimita las fronteras políticas de Jalisco no necesita un evento deportivo "Panemericano" y una eventitis aguda social. Jalisco necesita recuperar su colectividad, su moral y reclamar sus espacios públicos para la satisfacción de las necesidades locales.
Mi postura no es contra el deporte y los atletas, al contrario, aplaudo las virtudes del deporte como la constancia, la autodisciplina y el coraje, pero lamentablemente la mancha del pecado original del estado no se borra fácilmente de mi percepción .
12 de Octubre del año 519 después de la llegada de Colón,
celebremos la civilización fría y salvaje
en la que nos estamos dando el lujo
de devenir.
Pocos Jaliscienses quedan en la arena de la conciencia, y otros menos denuncian lo que pasa en el Arenal, lo que vive hoy Jalisco, pues el deporte como espectáculo es por todas las culturas condenado. Sino que sé le pregunté a Leo Lagrange.
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